Los estilistas del antiguo Egipto
En la cima de la sociedad egipcia, se encontraba el faraón, a quien se le atribuían poderes divinos. La naturaleza divina del rey era el motivo por el que todas las personas que le servían directamente, adquirían un elevado estatus social. Este es el caso de, por ejemplo, su peluquero.
Dada la evidente importancia social del cabello, había muchos estilistas y barberos ofreciendo sus servicios por todo el antiguo Egipto. Las elites solían contar con un estilista contratado permanentemente, o bien lo contrataban para que acudiera a sus residencias de vez en cuando para hacer su trabajo. Los más pobres tenían que acudir a estilistas viajeros, que se iban desplazando de lugar en lugar, ofreciendo sus servicios profesionales.
El trabajo de los estilistas y barberos

Imagen de la princesa Kawit, esposa del faraón de la dinastía XI Mentuhotep II. Una sierva arregla su pelo.
Las mujeres que pertenecían a la clase alta solían contar con una doncella que se ocupaba del cuidado de su cabello. La gente más pobre tenía que confiar en que parientes o amigos fueran lo bastante competentes como para hacer lo que de todos modos no se podían permitir. Sin embargo, lo que queda clara es la importancia social del cuidado del cabello.
La importancia social de un buen peinado
En algunas tumbas se han encontrado imágenes con escenas e inscripciones que ya desde el Imperio Antiguo (que abarca desde la primera dinastía hasta el 2200 a.C. aproximadamente) y hasta el Imperio Nuevo (la última etapa de la historia del antiguo Egipto) demuestran que hubo algunos estilistas con un elevado rango social.
Los barberos
Los barberos, si bien trabajaban en el mismo sector, eran considerados de menor importancia que los estilistas. Hacían su trabajo poniéndose bajo un árbol, acompañados de sus herramientas, a cortar el pelo de sus clientes.

La peluca del faraón
En el antiguo Egipto, los nobles, como el faraón, se bañaban, afeitaban, arreglaban el pelo y se hacían la pedicura a diario. El cabello del faraón se mantenía muy corto, sin vello facial, ya que las pelucas y las barbas postizas eran elementos habituales de la vestimenta real. Sobre las pelucas, el faraón llevaba una serie de coronas.
El atuendo del faraón era algo de tal importancia, que el estilista que se ocupaba del cuidado de su cabello adquiría una gran influencia. La importancia social de alguien dependía directamente de la proximidad a la figura del faraón.
Las mujeres que pertenecían a la clase alta solían contar con una doncella que se ocupaba del cuidado de su cabello. La gente más pobre tenía que confiar en que parientes o amigos fueran lo bastante competentes como para hacer lo que de todos modos no se podían permitir. Sin embargo, lo que queda clara es la importancia social del cuidado del cabello.
La peluca más antigua conocida
Los restos de los sepulcros hallados en la antigua ciudad de Hieracómpolis, en el alto curso del Nilo, son la prueba más antigua que se tiene del uso de prótesis de pelo, es decir, de pelucas y hasta de barbas postizas. Estos restos datan de la época de Naqada (alrededor del 3600 a.C.), antes incluso de la primera dinastía del antiguo Egipto unificado. Tenemos, por lo tanto, pruebas de que al menos hace ya unos 5.600 años ya había gente que usaba pelo postizo, desde barba hasta extensiones o pelucas completas.

La mujer en el antiguo Egipto


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